Este día nos aventuramos solos, pues los amigos de Charles y Leonel trabajaban (o dormían) durante el día. Apenas salimos de la estación, encontramos una sala abierta repleta de muñecos de colección de series famosas como Caballeros del Zodiaco y Dragon Ball. La recorrimos pausadamente pensando que era una cosa especial, y al salir, nos dimos cuenta de que todo el pasillo estaba bordeado por salas de este tipo.
Una vez que terminamos de recorrer el pasillo, nos encontramos de frente con el edificio rojo de SEGA. Pisos y pisos de máquinas de premios y juegos de video. Las maquinas de premios estilo "LA GARRAAA" de Toy Story tenían desde salchichas y helados, hasta almohadas y muñecos tamaño natural de diferentes personajes de series animadas y juegos de video. En el sotano estaban las máquinas de purikura; unas cabinas para tomarse fotos y editarlas, se les pueden agrandar los ojos y agregar infinidad de mariqueras. En los últimos pisos se podía desde jugar Mario Kart en Arcade, hasta apostar en hipódromos virtuales.
También recorrimos tiendas infinitas de animación japonesa y descubrimos a más de un japonés hurgando entre los mangas de tetas absurdamente grandes. La animación japonesa da para todos los gustos y tendencias, estos edificios tienen pisos enteros dedicados a uno u otro género, y por supuesto, más de un piso dedicado al entretenimiento (animado) para adultos.
A la salida de una de estas tiendas, un grupo de chicos estaban reunidos intercambiando fotos de mujeres famosas, las cuales coleccionaban en álbumes enormes.
Sin embargo, no fueron ni los juegos de video, ni la animación, ni los muchachos intercambiando fotos lo que más extraño encuentré en Akihabara, sino los Maid Cafés. Ya Glebys me había contado sobre ellos, pero no es lo mismo que verlo realmente. No sé cómo definir esta clase de entretenimiento japonés mas que con la palabra "extraño". Resulta que Akihabara está repleto de cafés temáticos en los cuales los clientes son atendidos por una japonesa disfrazada de mucama, la cual usando una voz terriblemente aguda, te trata como un rey (o reina) mientras consumes dentro del establecimiento. Mientras caminas por Akihabara, más de una de estas mucamas se te acerca, vistiendo su atuendo, a invitarte a pasar al café. No entramos a uno, sin embargo, es algo que debemos hacer en otra oportunidad, antes de despegar de Japón.
Por supuesto, no nos fuimos de Akihabara sin tomarnos nuestra purikura:
Sólo puedo decir: "What the fuck Japan? Seriously"