miércoles, 21 de septiembre de 2011

Akihabara y los Maid Cafés

Haber pasado por Tokio requiere que le dedique un espacio especial a uno de los destinos turísticos más impresionantes de la capital japonesa. Si quieren encontrar un lugar en Japón que represente a la cultura popular de las series animadas y las novelas gráficas, Akihabara es el lugar.

Este día nos aventuramos solos, pues los amigos de Charles y Leonel trabajaban (o dormían) durante el día. Apenas salimos de la estación, encontramos una sala abierta repleta de muñecos de colección de series famosas como Caballeros del Zodiaco y Dragon Ball. La recorrimos pausadamente pensando que era una cosa especial, y al salir, nos dimos cuenta de que todo el pasillo estaba bordeado por salas de este tipo.

Una vez que terminamos de recorrer el pasillo, nos encontramos de frente con el edificio rojo de SEGA. Pisos y pisos de máquinas de premios y juegos de video. Las maquinas de premios estilo "LA GARRAAA" de Toy Story tenían desde salchichas y helados, hasta almohadas y muñecos tamaño natural de diferentes personajes de series animadas y juegos de video. En el sotano estaban las máquinas de purikura; unas cabinas para tomarse fotos y editarlas, se les pueden agrandar los ojos y agregar infinidad de mariqueras. En los últimos pisos se podía desde jugar Mario Kart en Arcade, hasta apostar en hipódromos virtuales.

También recorrimos tiendas infinitas de animación japonesa y descubrimos a más de un japonés hurgando entre los mangas de tetas absurdamente grandes. La animación japonesa da para todos los gustos y tendencias, estos edificios tienen pisos enteros dedicados a uno u otro género, y por supuesto, más de un piso dedicado al entretenimiento (animado) para adultos.

A la salida de una de estas tiendas, un grupo de chicos estaban reunidos intercambiando fotos de mujeres famosas, las cuales coleccionaban en álbumes enormes.

Sin embargo, no fueron ni los juegos de video, ni la animación, ni los muchachos intercambiando fotos lo que más extraño encuentré en Akihabara, sino los Maid Cafés. Ya Glebys me había contado sobre ellos, pero no es lo mismo que verlo realmente. No sé cómo definir esta clase de entretenimiento japonés mas que con la palabra "extraño". Resulta que Akihabara está repleto de cafés temáticos en los cuales los clientes son atendidos por una japonesa disfrazada de mucama, la cual usando una voz terriblemente aguda, te trata como un rey (o reina) mientras consumes dentro del establecimiento. Mientras caminas por Akihabara, más de una de estas mucamas se te acerca, vistiendo su atuendo, a invitarte a pasar al café. No entramos a uno, sin embargo, es algo que debemos hacer en otra oportunidad, antes de despegar de Japón.

Por supuesto, no nos fuimos de Akihabara sin tomarnos nuestra purikura:




Sólo puedo decir: "What the fuck Japan? Seriously"

lunes, 12 de septiembre de 2011

Perdidos en Tokio

Tras la fiesta de bienvenida que nos organizaron los amigos de Leo el día de llegada, Charles y yo tuvimos que regresar al hostel, con el peso del jetlag encima y un mapa donde, creíamos, estaba indicado el lugar como "Posada Sakura". Luego de caminar sin éxito por lo que parecieron infinitas horas, decidimos aventurarnos a pedir direcciones. El primer señor amablemente nos indicó el camino hacia la calle, una vez cerca de la calle, una chica y su papá nos llevaron hasta el punto exacto del mapa en donde estaba "el hostel". Sorprendentemente, nuestro japonés nos había permitido entendernos perfectamente con las personas para orientarnos.

Justo entonces entendimos lo que estaba pasando, el mapa estaba indicando OTRA posada Sakura, una que no tenía ni una sola luz y por la que habíamos pasado mil veces cuando buscábamos por nuestra cuenta. A partir de ese momento, nuestra habilidad con el japonés se deshizo y no encontrábamos manera de explicarle al señor que, a pesar de que estábamos en el lugar del mapa que le habíamos mostrado, seguía sin ser nuestro hostel.

Una vez que logramos (o no) explicárselo, nos encaminamos hacia el lugar correcto por nuestra cuenta de nuevo. Nos detuvimos en una esquina a mirar el mapa, y un señor en una bicicleta nos preguntó a dónde queríamos llegar. Cuando respondimos Sakura Hostel, sin haberle pedido nada, el señor se bajó de su bici y nos dijo que nos acompañaría. A pesar de que empezaba a llover, el señor caminó con nosotros todo el camino hasta la entrada del hostel, donde le agradecimos infinitamente.

Estábamos en el hostel, podíamos dormir después de quien sabe cuantas horas, sobre un día del calendario que todavía no tenía sentido para mi.

La primera noche amé Japón.